DESDE LA IZQUIERDA: COMPARTIR OBJETIVOS
DESDE LA IZQUIERDA: COMPARTIR OBJETIVOS
Aunque la historia venía de lejos, el fracaso del modelo representado por la URSS y la deriva neoliberal de la socialdemocracia europea, provocaron en el seno del imaginario colectivo la descomposición del paradigma defendido por la izquierda.
Tras años de desconcierto, caracterizados por la inexistencia de un relato común y de una propuesta capaz de ilusionar nuevamente al conjunto de las clases subalternas de nuestra sociedad, algunos sectores de la izquierda, tanto desde la sociedad civil como desde la política, están empezando a plantearse la necesidad de un nuevo proyecto que sustituya al de la primera mitad del pasado siglo, sin que ello suponga una ruptura con los ideales de aquel.
Por otra parte, todos deberíamos haber aprendido ya, que confundir los objetivos a corto plazo con los objetivos estratégicos, es confundir los deseos con la realidad y que, tanto los unos como los otros tienen un tiempo y un campo de acción específicos. Deberíamos saber que las revoluciones no triunfan conquistando el poder de las instituciones políticas, donde las correlaciones de fuerzas determinan los límites de lo posible y donde, por consiguiente, solo cabe actuar para conquistar objetivos tácticos. Es en el seno de la sociedad civil, en sus instituciones y organizaciones populares y en la calle, donde se encuentra el campo de la lucha ideológica y, por lo tanto, donde se combate para alcanzar los objetivos estratégicos. Las formas en que ambos procesos se combinen y los tiempos en que se desarrollen, dependerán de las características de cada sociedad y de las correlaciones de fuerzas existentes en cada una de ellas, en cada momento y, por lo tanto, deberemos reconocer que siempre existirán diferentes alternativas posibles para cada situación concreta. La defensa dogmática de cualquiera de ellas por uno u otro de los grupos que integran la izquierda plural nos aleja del debate constructivo, nos aleja de la democracia real y nos convierte en sectas de una iglesia sin dios.
De todo ello se desprende que la pluralidad en el seno de la izquierda no solo es deseable sino que es inevitable y que, uno de los elementos constitutivos del nuevo proyecto, tiene que ser necesariamente la democratización de las relaciones entre las distintas opciones de izquierda y la priorización, tanto en la acción como en el debate, de todo aquello que favorezca la convergencia de las diferentes propuestas.
Desde la sociedad civil y desde los círculos intelectuales, van llegando propuestas que pretenden contribuir a la construcción del nuevo paradigma a partir del análisis de los problemas sectoriales a los que se enfrenta la sociedad actual. Sirvan de ejemplo las tres siguientes:
La denuncia de las nuevas formas de colonialismo practicadas por las grande empresas globales y el desarrollo de propuestas alternativas sobre las que reconstruir el orden internacional. (Empresas globales centradas en el extractivismo y en la creación de unas relaciones de dependencia económica y política, que les permitan influir en las decisiones que se toman en los foros internacionales y, de esta manera, configurar el mundo según sus intereses)
La recuperación del papel del Estado, de los bienes y servicios públicos frente a los poderes financieros y a los intereses del mercado. La recuperación de la Naturaleza como patrimonio no enajenable de toda la humanidad. El reconocimiento de la igualdad de las personas y de su inalienable dignidad, con independencia de su raza, sexo, género, creencias, capacidades o fortuna.
La creación de formas de poder alternativas a las que configuran las instituciones políticas y los poderes financieros, policiales y militares de las sociedades actuales, a partir de nuevas formas de participación y representación que posibiliten la existencia de una democracia real.
Pero para que un nuevo paradigma penetre profundamente en el imaginario colectivo y se convierta en el modelo de sociedad ideal al que la mayoría de la sociedad aspire, es necesario que existan algunas Ideas-Fuerza que se conviertan en el referente ético y político de las personas.
En mi opinión, esas ideas-fuerza son, en esencia, las siguientes:
Democracia real: Entendida como la posibilidad y la capacidad (transparencia, información y comprensión) de que todas las personas sin excepción puedan participar en plano de igualdad en todos los mecanismos de poder, desde las instituciones de la gobernanza local, como Estados, Municipios y organismos intermedios, a los de la gobernanza global como la ONU, el FMI, el BM, el BCE, OMC, etc. incluidos los Consejos de Administración de todas las empresas públicas y privadas, con independencia de su tamaño, estatuto o área de actuación. Especial importancia reviste la democratización de los medios de comunicación, de la cultura y de la crítica. La democracia universal y radical, evitaría la legislación dictada por los grupos de presión, la cooptación de las élites, la privatización de la riqueza y el desplazamiento de las decisiones hacia organismos no democráticos, como está sucediendo actualmente con el BCE, so pretexto de que se trata de asuntos estrictamente técnicos.
Desmercantilización de la vida: La mercantilización del ser humano empieza cuando su trabajo se convierte en mercancía, pero en la actualidad ha llegado a cubrir todos los aspectos de su vida. La alimentación, la sanidad, la educación y la vivienda han dejado de ser derechos para convertirse en mercancías. Sus gustos se mercantilizan a través de la moda y la publicidad. Sus deseos se mercantilizan por medio de modelos que se imponen a través de los colegios, las universidades, el cine y la televisión. Su relación con la naturaleza se mercantiliza a través de la privatización del uso de la tierra y del espacio, del aprovechamiento privado del medio (animales, vegetales y minerales) y de su interpretación puramente utilitarista y especulativa. Su relación con el conocimiento y la ciencia se mercantiliza por medio de la privatización de la enseñanza, de la investigación y del sistema de patentes. Incluso las relaciones afectivas (no hablo de la prostitución), se han mercantilizado a través de las agencias matrimoniales, las páginas de encuentros y las revistas del corazón. No todo puede ser objeto de compraventa, no todo puede ser mercancía, porque la mercantilización condiciona nuestras vidas y limita nuestra libertad.
Reparto de la riqueza: La acumulación de riqueza debe tener un límite porque está en la base de las condiciones de vida miserables que soporta una gran parte de la humanidad. La miseria es fruto de la desigualdad en el reparto de la riqueza, absolutamente transversal a todas las sociedades de todos y cada uno de los Estados actualmente existentes: La desigualdad en el reparto de la riqueza, nos ha llevado, en los últimos 40 años a uno de los momentos más desigualitarios de la historia de la humanidad, no solo entre empresarios y trabajadores, sino también dentro de la misma clase asalariada, donde las élites compuestas por los altos ejecutivos financieros y otros asalariados de cuello blanco, constituyen una exigua minoría que se están apropiando de gran parte de la masa salarial global. La acumulación de la riqueza no solo es moralmente condenable, sino que es económicamente disfuncional, ya que impide que las gentes obtengan los recursos necesarios para cubrir las necesidades inherentes a una vida digna.
Democracia radical, desmercantilización de la vida y reparto de la riqueza son tres ideas que todas las izquierdas pueden compartir y que siguen estando en el subconsciente de las gentes, de donde no debería ser demasiado difícil hacerlas aflorar.
Enrique Seijas

